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La flora intestinal y los probióticos, sus grandes aliados

La microbiota o flora intestinal, es un conjunto de bacterias simbióticas comensales del intestino del ser humano que fermentan restos de alimentos no digeridos. Esta población bacteriana nos protege contra la invasión de los microorganismos patógenos del entorno y ha permitido al ser humano y a los animales, adaptarse a través de la evolución de las especies, a un mundo poblado de microbios.

Es imprescindible para estar sanos y no enfermar en cualquier época del año tener una flora intestinal abundante y fuerte. Para ello, es esencial tomar probióticos, que son las bacterias que pueblan nuestro intestino desde el principio de la vida, hasta la muerte. En la actualidad la investigación científica de estos últimos 10 años ha descubierto que los probióticos estimulan el sistema inmunológico, necesario para prevenir problemas intestinales, respiratorios, urinarios, genitales, de piel y muchos otros.

Los probióticos también están presentes en los alimentos fermentados, y son las bacterias que se producen durante este proceso de fermentación las que colonizarán nuestro tubo digestivo, se instalarán en unos “locus” o puntos de fijación, desde donde nos protegerán frente a la invasión de microorganismos agresivos que pueden llegar del exterior, de las bacterias y de otros microorganismos potencialmente patógenos que tenemos en el intestino.

Existen dos tipos de fermentación:

Fermentación anaeróbica. Se realiza en ausencia de oxígeno. Es una lacto fermentación ya que una bacteria probiótica (lactobacillus o bifidobacterium) produce ácido láctico a partir de lactosa, que crea un ambiente ácido donde las bacterias patógenas no pueden sobrevivir. Los alimentos obtenidos mediante la fermentación láctica son:

  • Yogur (de vaca, cabra, oveja o soja) 
  • Kéfir de leche o de agua
  • Chucrut
  • Kimchi 
  • Aceitunas 
  • Encurtidos o pickles 
  • Vinagre de vino, manzana o arroz 
  • Vinagre umeboshi 
  • Queso de leche cruda

Fermentación aeróbica. Es necesaria la presencia de oxígeno. Para que tenga lugar hace falta que el alimento esté en contacto con el oxígeno. Es una fermentación realizada por hongos o mohos.  Los alimentos obtenidos mediante este tipo de fermentación son:

  • Miso
  • Té kombucha 
  • Tempeh 
  • Tamari
  • Pan fermentado con levadura madre 
  • Quesos azules

Comer alimentos fermentados no solamente tiene propiedades probióticas que refuerzan la microbiota o flora intestinal, estimulan el sistema inmunitario y previenen cualquier infección, sino que también aumentan la capacidad digestiva gracias a una mejor función enzimática. Esto hace, que los propios alimentos sean más fáciles de digerir y sean más nutritivos.

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