Santiago Antón

Santiago Antón es fisioterapeuta y osteópata, cofundador y codirector de la escuela oficial de Kinesiología Holística de Madrid y uno de los ponentes del  1er Congreso Internacional de Kinesiología Holística (KH). Santiago es una persona con una vida muy equilibrada, que concibe el trabajo como un camino para evolucionar. También es un amante del deporte, que utiliza para conocerse y encontrarse consigo mismo.

Hoy hablamos con este experto y sobre su relación con la KH. En el congreso de Barcelona del 4 y 5 de noviembre, estará a cargo del taller “Ecología del tejido conjuntivo”.

¿Cómo conociste la KH?

Cursando segundo de Fisioterapia en la universidad, intentaba ir a las ponencias que nos ofertaba la universidad, y una de ellas fue una charla de Raphael Van Assche. Allí Van Assche nos introdujo a la KH y además realizó una demostración práctica: preguntó por alguien que, entre los asistentes, tuviera algún dolor.

Me cautivó la seguridad en sí mismo y los resultados que obtuvo, que contrastaban con la pila de apuntes que tenía yo en mi escritorio y con mi incapacidad para descifrar cómo toda esa teoría podría ayudarme cuando yo tuviera mi paciente delante.

¿En ese momento cambió tu visión?

Completamente, sobre todo teniendo en cuenta que yo estaba cursando unos estudios reglados. Me desubicó por completo encontrar a profesionales que no solo veían pacientes, sino también personas.  

La kinesiología holística me ha dado la posibilidad de conocer a gente excepcional que me ayuda a definir cada vez más mi modo de trabajar. Para mí es una gran herramienta de trabajo: ha significado un cambio total de rumbo en el ejercicio de mi profesión.

¿Hoy en día, qué representa la KH en tu vida?

La posibilidad de tener una herramienta en consulta que me ayuda a determinar lo que le ocurre al paciente. Para mí es indispensable: es un modo rápido, económico, no invasivo y seguro de estar valorando la respuesta del paciente a diferentes estímulos durante toda la consulta.

¿Cuándo y cómo empezó el proyecto de la escuela de KH en Madrid?

Yo creo que este tipo de proyectos surgen de la manera más simple: una llamada de teléfono y las ganas de tres personas de contribuir a que los conocimientos sobre la kinesiología se difundan.

Entre dudas e incertidumbres (no sabíamos si sería un proyecto con la suficiente aceptación), surgió un grupo muy especial de alumnos que compartían un nivel homogéneo y que tenían unas ganas impresionantes de aprender. Luego se formó un segundo grupo, luego un tercero y así hasta hoy.

¿La formación que ofreces es especial para fisioterapeutas?

Sí. Mis compañeros, Jorge Chuan y Sonia Urrea y yo, somos fisioterapeutas, compartimos un lenguaje común que hemos ido afinando tras varias experiencias formativas. Consideramos que lo más apropiado era generar un grupo de alumnos lo más homogéneo posible para poder avanzar más y con más rapidez.

No puedo dejar pasar la oportunidad para dar las gracias a mis compañeros, Jorge y Sonia, con los que aprendo cada día.

Háblanos un poco de ti. ¿Cómo es tu día a día?

Soy padre de familia (tengo tres hijas) y, aunque parezca que no, esto condiciona un poquito el día a día. Me levanto todos los días pronto, sobre las seis de la mañana, para poder tener un rato de lectura y tranquilidad. Este hábito me permite también organizar el día antes de que se levanten las fieras (sonríe).

Luego, además de trabajar en consulta, intento reservar siempre un rato para hacer un poco de deporte. Es un momento en el que no pienso, solo disfruto de las sensaciones, y eso me permite conocerme un poco más cada día.

¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota que te haya ocurrido impartiendo clase de KH?

¡Tengo unas cuantas! Voy a contar la última que ha sido una de las más graciosas.

Tuve que preparar un curso, al que me dijeron que iba a asistir como oyente Margot Van Assche, que había sido mi maestra. Entonces pensé que era mi oportunidad de sorprenderla, por lo que me quedé hasta tarde revisándolo la presentación y cuidando cada detalle. Quería que todo estuviese lo mejor posible. Durante esa semana el sueño fue algo secundario, así que en la pausa de mediodía, después de comer con mis compañeros, volví rápido a clase para intentar descansar tumbado en una camilla. Me quedé profundamente dormido… hasta que uno de los alumnos me tuvo que despertar, tímidamente. La verdad es que no sé si fue más vergonzoso para él o para mí.

El caso está en que luego Margot no vino. El curso, igualmente, salió muy bien.

Y por último, ¿por qué aconsejarías asistir al congreso?

Cuando vas a un congreso, la oportunidad de conocer a gente que piensa de forma diferente es única. Al final la gran mayoría de nosotros trabajamos fuera de grandes instituciones y a veces el poder compartir se hace complicado. Es una excusa perfecta para seguir aprendiendo.

Muchas gracias por tu tiempo. Nos vemos los días 4 y 5 de noviembre en Barcelona.

Si quieres más información sobre el congreso visita la página web.