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Casos clínicos

La importancia de la flora intestinal en los problemas respiratorios y la celiaquía

Historia clínica

Niña de 11 meses que hizo lactancia materna hasta los 5 meses. Desde entonces padece habitualmente resfriados bronquiales con tos y sibilancias, otitis y faringitis. A temporadas tiene diarrea aguda, alternada con estreñimiento. El pediatra le ha diagnosticado celiaquía e intolerancia a la lactosa. Su talla y peso se encuentra por debajo de lo que corresponde a su edad. Al nacer pesaba 3,970 kg. y ahora sólo 8 kg. La preocupación de sus padres era precisamente su falta de crecimiento y de peso.

Test con Kinesiología Holística

El test indicaba que tenia oxiuros y cándidas en el colon que le alteraban la microbiota del intestino delgado y del colon; un intestino hiperpermeable; un malfuncionamiento de la digestión; una intolerancia al gluten y a la lactosa y una importante alteración de su sistema inmunológico.

Tratamiento recomendado

Al llegar a la consulta una niña de 11 meses con un peso y talla por debajo de lo normal y diarrea aguda muchos los días, mi intuición me llevó a pensar que lo primero que debíamos conseguir era regular la digestión y el tránsito intestinal con el objetivo de mejorar la absorción de nutrientes, que es lo único que puede normalizar la talla y el peso de un bebé.

Como el test de Kinesiología indicaba que debíamos empezar equilibrando la flora intestinal y matando los oxiuros y cándidas que tenía en el tubo digestivo el tratamiento que le recomendé fue tomar lactófilus (probiótico), levadura de cerveza viva (prebiótico), polen para reparar el intestino hiperpermeable y desinfectantes intestinales como extracto de ajo y de propóleo, con ello mejoraría la digestión y la absorción de nutrientes por lo que podría recuperar la talla y el peso.

Al estar tan baja de defensas también le receté extracto de equinácea, que funcionó de maravilla.

Revisiones

A las 5 semanas las defecaciones eran casi totalmente regulares. En los siguientes 6 meses tuvo una bronquitis y dos amigdalitis, una de las veces complicada con otitis. A los 7 meses empezó a tomar yogur de vaca y luego harina de avena, sin producirle ningún problema intestinal. Entonces su peso era de 10,2 kg. y la talla de 80 cm.

Durante estos 7 meses continuó tomando extracto de propóleo, de equinácea, levadura de cerveza viva y lactófilus. Los 3 últimos meses también tomó dolomita, que es un complejo de minerales para el crecimiento.

Al año de empezar el tratamiento además de yogur y queso fresco de vaca tomaba cereales, entre ellos trigo, lo que nos indica que no tenía ninguna reacción alérgica al gluten y a la lactosa.

Al año y medio de venir por primera vez a la consulta se le practicaron unas pruebas de alergia, aconsejadas por su pediatra, y se le diagnosticó alergia al polvo, pero no al gluten, ni a la lactosa. Entonces ya comía de todo, incluso leche de vaca.

Seguimiento del tratamiento

Cuando tenía 10 años era una niña muy activa y fuerte. Hacía mucha gimnasia. Comía de todo. Pesaba 27,8 Kg y medía 1,36 metros. A los 14 años continuaba muy bien y muy fuerte. Competía en atletismo con buenos resultados.

Conclusiones

Este fue uno de los primeros casos clínicos en que vi claramente que había una relación entre el tubo digestivo y el aparato respiratorio, y que las intolerancias alimentarias, incluida la celiaquía, se curaban si normalizábamos totalmente la digestión y la flora intestinal. Ya hacía un tiempo que daba vueltas y aconsejaba probióticos a algunos de mis pacientes con problemas digestivos, meteorismo y abombamiento abdominal.

Seguramente ello fue el motivo para que a esta niña de sólo 11 meses me atreviera a aconsejar un probiótico, un prebiótico, dos desinfectantes intestinales y un producto para aumentar las defensas. El éxito fue completo, y ello fue el hito que en mi carrera profesional marcó un cambio de paradigma, en el que lo único importante es tratar las causas de las enfermedades, y en ello nos ha ayudado muchísimo el test de kinesiología holística.

Este caso confirma que un tratamiento naturista mantenido durante un año puede curar distintas enfermedades que sufren muchos niños si se equilibra de forma efectiva la microbiota intestinal. Actualmente aquella niña es una joven sana, deportista, que desde hace 25 años come trigo y lácteos de vaca en cantidades normales.

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