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Nuestra salud depende de nuestro microbioma

Hace 25 años, gracias a la kinesiología holística, descubrí la importancia de la flora intestinal. Y durante todo este tiempo, tratando a pacientes con problemas relacionados con flora intestinal, he encontrado resultados positivos y esperanzadores para la mejora de distintas enfermedades. Actualmente se realizan en diferentes países investigaciones sobre el microbioma humano, es decir, sobre los microorganismos que existen dentro y fuera del cuerpo humano. El 80% de estos microorganismos forman la flora intestinal del ser humano. En este artículo expongo la información de los estudios que existen sobre este ámbito, para que podáis ver que la comunidad científica está muy interesada en los temas referentes a la salud y la flora intestinal.

En el año 2007, el Instituto Nacional de la Salud de EEUU (NIH) fundó el Proyecto Microbioma Humano (HMP). Su objetivo es estudiar una fuente de datos que permita caracterizar exhaustivamente la microbiota humana y así poder analizar su papel en la salud y la enfermedad. El proyecto empezó al descubrir que el número de células microbianas que tenemos en el interior de nuestro cuerpo y en la piel (100 billones) es 10 veces mayor que el número de células de nuestro cuerpo (10 billones). Sin embargo, en gran parte se desconocía el efecto que causaban estas células sobre nuestro desarrollo, comportamiento, inmunidad y nutrición, porque no se había estudiado hasta el momento. Desde entonces el Proyecto Microbioma Humano se ha ocupado de conocer los microbios que viven dentro y fuera de nuestro cuerpo y de censar y secuenciar el ADN de ese heterogéneo ecosistema personal. Los investigadores precisaron que “no se trata de gérmenes que necesitan ser eliminados, sino de una parte fundamental de nuestro organismo”. Estudiarlo es un inmenso trabajo, comparable con el Proyecto Genoma Humano.

Dada la importancia de la investigación, en el año 2008, científicos de todo el mundo constituyeron en Alemania el Consorcio Internacional del Microbioma Humano (IHMC), con la finalidad de averiguar cómo interaccionan los microbios con nuestro cuerpo. A partir de los avances en la tecnología de secuenciación del ADN, se creó un nuevo campo de investigación llamado metagenómica. Los conocimientos de este campo han permitido un examen íntegro del material genético de comunidades microbianas completas en ambientes naturales, sin necesidad de aislar cada uno por separado. La metagenómica analiza el genoma de todos los organismos de una población a la vez. Ello ha permitido descubrir microbios en el cuerpo humano que no se habían visto antes y observar su comportamiento en comunidad.

Se analizaron 18 partes del cuerpo de 242 individuos (129 hombres y 113 mujeres), sanos y de procedencia occidental. En ello han colaborado más de 200 científicos de 80 instituciones distintas de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, China, Australia, Japón, Corea y Rusia. Las muestras secuenciadas y analizadas (11.000 en total), han sido obtenidas de diferentes zonas del cuerpo: mucosa de la boca, lengua, paladar, faringe, amígdalas, encías, parte posterior de las orejas, axilas, parte interior del codo, nariz, tubo digestivo, vías respiratorias, piel y vagina. También se tomaron muestras de heces para estudiar los microorganismos que se encuentran en ellas. En estos trabajos se han analizado más de 27 millones de secuencias de ADN.

La composición de estas comunidades de microorganismos (microbiota) ha resultado ser diversa y abundante. Cada parte del cuerpo tiene unos microorganismos específicos. La dieta, el medio ambiente, nuestros propios genes, la inmunidad y la temprana exposición a los microbios están implicados en esta variación. Cada vez está más claro que el microbioma del ser humano se desarrolla en las primeras etapas de la vida y que es único para cada individuo. Sin embargo, la comunidad de bacterias de una persona determinada no parece cambiar mucho a lo largo de la vida.

Los microbios pueden variar no sólo de una parte a otra del cuerpo sino también de una persona a otra. Ya se han identificado entre el 81% y el 99% de todos los géneros de microorganismos en adultos sanos. Los investigadores han constatado que existen más de 10.000 tipos distintos de especies bacterias en el microbioma de una persona sana. El metagenoma del microbioma humano puede contener 8 millones de genes, es decir, 360 veces más que el genoma de los seres humanos, que tiene unos 22.000 genes. Algunos de estos microbios han evolucionado a la vez que los individuos que los llevan a cuestas, ayudándoles a sobrevivir y mejorar sus funciones vitales. Otros, por el contrario, están vinculados a la aparición de enfermedades.

Los científicos, hoy en día, ya relacionan el microbioma con los siguientes síntomas o enfermedades:

  • Obesidad.
  • Síndrome metabólico: hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, hipertensión arterial.
  • Diabetes: incluso la diabetes tipo I o juvenil se ha relacionado con una microbiota intestinal aberrante.
  • Alergia cutánea.
  • Alergia respiratoria, incluso asma.
  • Enfermedades urogenitales: para evitarlas, sobre todo en el caso de la mujer, se recomienda tener un microbioma intestinal y vaginal saludable.
  • Esclerosis múltiple y otras enfermedades autoinmunes: el microbioma es un regulador del desarrollo y el mantenimiento del sistema inmunitario.
  • Estreñimiento, abombamiento abdominal, diarrea.
  • Intestino irritable, colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.
  • Enfermedad celíaca e intolerancia a la lactosa.
  • Cáncer de colon y mama.
  • Autismo, hiperactividad, trastornos del comportamiento y del aprendizaje.

Estos descubrimientos, que relacionan el desequilibrio del microbioma humano (el 80% del cual está formado por la flora intestinal) con un abanico muy diverso de enfermedades, está revolucionando la comunidad científica mundial.

Desde hace 25 años he estado tratando distintas patologías equilibrando la flora intestinal como tratamiento básico, y el estudio del microbioma es la “vuelta de tuerca” al conocimiento definitivo de la denominada flora intestinal o cutánea normal que todos tenemos.

Con el equilibrio del ecosistema intestinal he podido comprobar que mejoran de forma importante:

  • Patologías alérgicas respiratorias, como rinitis y asma alérgica, faringitis, sinusitis y otitis crónicas.
  • Patologías alérgicas cutáneas, como urticaria, eczema y dermatitis.
  • Patologías digestivas, como diarrea, estreñimiento, hernia de hiato, aftas bucales, colon irritable, colitis ulcerosa, diverticulitis, celiaquía, intolerancia a la lactosa, malabsorción intestinal, meteorismo, abombamiento abdominal, dolor abdominal, insuficiencia funcional hepática.
  • Patologías autoinmunes, como artritis reumatoide, psoriasis, lupus y otras.
  • Trastornos del comportamiento: Hiperactividad, trastornos del aprendizaje, autismo.
  • Enfermedades emergentes: fatiga crónica, fibromialgia, hipersensibilidad química múltiple, hipersensibilidad a campos electromagnéticos.

Una parte de estas experiencias las podéis encontrar en el Libro La flora intestinal, su importancia en la salud, que publiqué el 2011.

Como veis, este es un tema del que aún queda mucho por descubrir y con múltiples caminos por los que andar. Espero que poco a poco vayan saliendo nuevos estudios que demuestren científicamente cómo he ayudado a mis pacientes durante todos estos años.

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